me jode confesarlo
pero la vida es también un bandoneón
hay quien sostiene que lo toca dios
pero yo estoy seguro que es troilo
ya que dios apenas toca el arpa
y mal
fuere quien fuere lo cierto es
que nos estira en un solo ademán purísimo
y luego nos reduce de a poco a casi nada
y claro nos arranca confesiones
quejas que son clamores
vértebras de alegría
esperanzas que vuelven
como los hijos pródigos
y sobre todo como los estribillos
me jode confesarlo
porque lo cierto es que hoy en día
pocos
quieren ser tango
la natural tendencia
es a ser rumba o mambo o chachachá
o merengue o bolero o tal vez casino
en último caso valsecito o milonga
pasodoble jamás
pero cuando dios o pichuco o quien sea
toma entre sus manos la vida bandoneón
y le sugiere que llore o regocije
uno siente el tremendo decoro de ser tango
y se deja cantar y ni se acuerda
que allá espera
el estuche.
Mario Benedetti
Para Sergio.
diumenge, 28 de juny del 2009
dilluns, 8 de juny del 2009
Reciclar es fácil si sabes cómo hacerlo

La vida, como dijo aquel, es como un río. Desde el nacimiento hasta la desembocadura vamos pasando por etapas. En el caso de los ríos, éstas etapas se llaman cursos. Desde el Amazonas hasta el río Sequillo todos tienen su recorrido. Igual que las personas. Los meandros, un bonito nombre para definir la etapa del pañal y el mocosismo. Curso superior. "Unos hilillos", como dijo el otro. Los arrollos, pubertad en toda regla. Los remolinos y cambios de ritmo o caudal que experimentamos en la primera juventud. La majestuosidad del tramo ancho, lento y caudaloso de la madurez. Curso medio. El final, ya sea partido por el delta, perdido en la marisma, pero siempre con exceso de sedimentos y, sobre todo, de sal. Curso inferior.
Vamos arrastrando en nuestro cauce todos los elementos tangibles o intangibles que nos caen o nos tiran. Algunos llegan al salado. Otros se quedan atrapados entre piedras, muros de puente, cadáveres de árbol, etc. Pocos, muy pocos alimentan a los peces. Algunos los aprovechamos. Otros no.
Porque, me pregunto yo: ¿ qué hacer con el esfuerzo inútil, las noches en vela sin fiesta, el dolor gratuíto, los intentos que se quedan en eso, las horas de espera por quien no vendrá, los rodeos por los que nos andamos los que nos andamos con rodeos, las indirectas que no capta nadie, las plegarias que no oye nadie, los llantos desconsolados de los niños que sí tienen pena, la soledad de los viejos o la tristeza cristalina de algunos adolescentes?. ¿Qué hacemos con el amor que no llega a ningún destino?.
La vida es puro derroche.
¿Dónde se recicla y cómo?. Si me entero te lo digo. Y si tú lo sabes, por favor, haz lo mismo por mí. No debe ser difícil, pero hay que tener la clave. Porque yo te prometo que estoy muy comprometido con el medio ambiente, sobre todo con el capital humano, que no debería ser escaso en bienestar, pero no sé reciclar. Al menos quisiera aprovechar un poco mejor el río.
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