diumenge, 11 d’octubre del 2009

Otra vez


Ya llegó una vez más el 12-0. Siempre igual: puntual y puntilloso, caluroso y acalorado. Debe ser por las prisas, porque cada año que pasa es como si corriera más rápido el puñetero calendario. Certero, eso sí. Y exacto.
Porque uno nunca tiene más o menos unos años de edad.
Uno siempre tiene los que tiene... y pico.
Aunque todavía no estoy en edad de quejarme de nada, la verdad es que, sea por costumbre, por defecto de fabricación o por que no tengo verguenza, me quejo de todo.
Y aunque verdaderamente no me duele nada parece que me duela todo.
Me molesta, me sobra, me falta, me hiere, me pesa y me importa todo. Ficticiamente.
La realidad es que tengo todo lo que necesito.
Al menos todo lo que en su momento le pedí a la vida.
¡Haber pedido más!
Pues sí.
Unos gramitos más de cerebro no hubieran sobrado.

Gracias por lo tuyo.
47 no son muchos para los que llegaré a cumplir allá, a finales del siglo XXI.
Pero yo merecía seguir eternamente en mis primeros 14. Patillas incluídas.