dilluns, 23 de novembre del 2009

La galaxia caníbal

Las galaxias están formadas por millones de estrellas que giran en torno a un centro común. Las estrellas contienen, además de planetas, nubes de polvo cósmico y gases de todo tipo.
Todo lo que vemos desde la superficie terrestre es parte de nuestra galaxia, que se llama "Vía Láctea", es del tipo espiral barrada(imagínate el centrifugado de tu lavadora) y está formada por entre 200 y 400 mil millones de estrellas.
La nuestra forma parte de un grupo de 40 galaxias llamadas el "Grupo Local".

Centaurus A es una "Galaxia Elíptica Caníbal Gigante" a 11 millones de años luz de la tierra.
Es la más cercana que tenemos de éste tipo.
Se le llama "caníbal" porque tiene en su centro un agujero negro que ríete tú de la banca privada. De ésta forma devora toda materia que cae por allí. Ya se tragó a otra galaxia más pequeña de tipo espiral hace 200 millones de años. Está de moda porque unos paparazzi de la ciencia le han hecho unas fotos muy caras en plena merienda.
Se llama "elíptica" porque forma una especie de elipse. Como el ojo de un chino, pero grande.
Se le llama "gigante" porque es muy grande.

¡Y a mí que ésta me recuerda a un amigo del cole, que comiéndose una madalena casi se arranca un dedo!!

Es que no hay nada tan violento como tener hambre.
Bueno sí, quizás no tener ni siquiera eso.
Pero éste tema lo dejaremos para otro día.

dimecres, 18 de novembre del 2009

El amor por casualidad

Una serendipia es un descubrimiento científico afortunado e inesperado. Se puede denominar así también a la casualidad, coincidencia o accidente.
El término serendipia deriva del inglés serendipity, neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento persa del siglo XVIII llamado «Los tres príncipes de Serendip», en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip (que era el nombre árabe de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka), solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades.
(¡Gracias Wikipedia!)

Lo que se llama coloquialmente "de chiripa".
Lo del doctor House va más o menos así. Se pasa todo el episodio buscando la solución y en los últimos minutos tiene una "revelación".
Y a eso voy.

Hay una película del año 2001 protagonizada por John Cusack (buen actor) y Kate Beckinsale (buena actriz excepto de vampira) llamada Serendipity.
No es una obra maestra pero, en mi opinión, está bastante bien.
Yo la ví por absoluta casualidad.
Fuí a coger al videoclub Rocky 5 y estaban las carátulas cambiadas.
Sinopsis:
Dos desconocidos se encuentran en unos almacenes, cada uno tiene su propia pareja, pasan un rato juntos, se atraen y se separan porque ella dice que el destino, la casualidad o la vida les unirá de nuevo si es que así está escrito (¡mujeres!). Ella le apunta su teléfono en la primera página de un libro llamado "El Amor en los Tiempos del Cólera" de Gabriel García Márquez. Se deshacen del libro.
Él hace lo propio en un billete que también desaparece.
Y no contaré más de la película.
Es muy bonita.

Yo conocía el libro de García Márquez. Al menos por fuera. Lo tuve dos veces en mis manos y las dos lo entregué a otras personas sin leerlo. A una como regalo. A otra porque era suyo.
Es que tenía muchas letras y sin dibujos...
El caso es que gracias a que ví aquella película tan bonita sentí de nuevo el interés por la novela de Gabo.
Y la leí. Entera. Un año tardé.
Yo es que leo despacio pero bien.
Aunque en la novela se tiran toda una vida "que si sí, que si no..., Pepe yo te quiero pero me caso con Mariano...etc."
Va de amor y eso.
Pero es muy buena.

¡Qué lástima que ahora, casualmente, ya está en película! Si me hubiera esperado un poco más...

dissabte, 14 de novembre del 2009

Relojes

En mi vida he tenido muy pocos relojes. Apenas cuatro o cinco si contamos el de la primera comunión (que sí, que la hice!). Todos ellos muy sencillos. Ninguno bueno. Funcionales. Al menos los que funcionaban (porque no todos lo hacían).
Para ser alguien tan obsesionado con el tiempo como yo, resulta algo paradójico no haber tenido nunca una de esas maravillas de la precisión.
Siempre corriendo. Siempre tarde como el conejo con chistera de Alicia.
Realmente me preocupa ser esclavo del tiempo. Yo, que una vez pensé que sería siempre joven, incluso inmortal, llego a la triste conclusión de que no sólo soy tan caduco como pueda ser un yogurt, sino que también dependo de un reloj vital perfecto, que marca y marcará todas y cada una de mis horas.
Sólo espero que no adelante.