Pensé que ya era hora de apagar el televisor, así que lo apagué.
Me deshice de él y volví a mis libros. Leí y leí hasta cansarme y, cuando ya llevaba tres o cuatro páginas, eché de menos la tele y me compré otra más grande.
No estoy enganchado. Sé que puedo dejarlo cuando quiera.
No existe la telebasura. Toda la tele es basura.
Perdí la fé, si alguna vez la tuve, en los guionistas que convierten una buena historia de dos en un trío infumable. Enredan y estiran las séries hasta que se hacen un lío tal, que las terminan malamente.
Malditas cadenas que sólo miran el share.
Y por eso veo fútbol.